por Sacnicté Bastida, prima de Isis y Octavio

No me bastan 26 años para olvidar aquel día. Era el 18 de diciembre de 1992, había bastantes invitados que esperaban el inicio de la fiesta para celebrar el ascenso laboral de mi tía Emilia Paula. Después de tres horas de retraso, conocer la razón de la demora se convirtió en el momento que marcaría mi vida por siempre.

Sonó el teléfono de la casa y mi mamá preguntó: “¿estás segura? No, no es posible”. Al colgar, me dijo con cara de incredulidad y desesperada: “tu tía y tus primos tuvieron un accidente automovilístico; al parecer están muertos”.

Isis y Octavio, de 12 y 8 años, no eran cualquier tipo de primos, más bien eran mis hermanos. Pasábamos todo el día juntos, desde el colegio hasta caer la noche porque mi tía trabajaba hasta tarde.

Cuando Isis y yo éramos bebés, nos paseaban en carriola para gemelas y la gente decía: ¡qué bonitas, una güera y una morena!

Mi tía manejaba y mis primos venían en el asiento trasero con el cinturón de seguridad colocado. A diez minutos de llegar a su casa, en una esquina, ella esperó el verde y avanzó, pero un conductor de un camión de volteo que conducía bajo los influjos del alcohol, ignoró su semáforo en rojo.

Los embistió y arrastró por 20 metros. Octavio no traía un Sistema de Retención Infantil porque en ese entonces, no eran comúnmente usados en México. Los peritos concluyeron que su muerte fue instantánea.

El accidente fue tan trágico que salió en el principal noticiero, en esa época, conducido por Jacobo Zabludovsky y varios más lo retomaron.

Mi cumpleaños es el 20 de diciembre, así que mientras transcurría el sepelio, yo llegaba a los 12 años con el corazón roto. En verdad y literal, mi pecho me dolía.

Aunque mi mamá tuvo la oportunidad de colaborar para meter a la cárcel al conductor, ella siempre concluía: “eso no me va a regresar a mi hermana y a mis sobrinos”. Al principio, no la entendía; deseaba la muerte de esa persona, quería que le doliera igual que a mí. Después de algún tiempo lo acepté.

Años más tarde, Dios me regresó a mi prima en mi mejor amiga. Tanto es así que nos vuelven a decir: la güera y la morena. También, quizás a mi primo, porque hace seis años Mauro, mi primer hijo, nació por parto natural, un 18 de diciembre.

 

Me es muy doloroso escribir o hablar de esta etapa, pero si funciona para hacer conciencia y salvar vidas estaré dispuesta a revivirlo. Manejar bajo los influjos del alcohol o sin un sistema de retención, puede causar la muerte y destruir familias. Evitemos historias como esta.

  • – Sacnicté Bastida, prima de Isis y Octavioa

 

Texto extraído del libro “Decisiones que cambian el rumbo, el click que salva vidas”

Ilustración de Isis, Octavio y Emilia