por Laura Padilla, tía de Joshua

El 14 de julio de 2010, Joshua llegó a nuestras vidas, nuestro primer descendiente de la unión de dos familias. Era tan pequeñito, tan hermoso, que no queríamos que le pasara nada y prometimos cuidarlo, apoyarlo y amarlo siempre; pero no pudimos cumplir esa promesa en su totalidad. El 19 de abril de 2017, mi cuñada tuvo un accidente automovilístico en el cual lamentablemente perdimos a mi sobrino Joshua de 6 años.

Vivimos en un lugar pequeño donde todos nos conocemos. Recuerdo que eran como las 16:00 horas cuando nos avisaron del percance. Al arribar al lugar del accidente, vi los carros y no parecía tan aparatoso, pero mi cuñada estaba llorando junto con mi sobrino menor de 4 años. Había gente alrededor de ellos, una patrulla y una ambulancia, muchos carros y la carretera obstruida totalmente de ese lado, pero nunca vi a Joshua.

Se acercó personal de Protección Civil y me comentaron que al niño lo pudieron reanimar e iba rumbo a la clínica a unas cuadras de distancia. Nos fuimos al hospital; mi cuñada en crisis no podía tomar decisiones y mi hermano venía en camino, desafortunadamente solo a los papás les podían dan información del estado de Joshua. Finalmente una trabajadora social se acercó y nos comentó que el niño llegó sin signos vitales y que debía ser intubado e inducido en coma para trasladarlo a la capital del estado, a unos 350 km.

Joshua tenía un serio traumatismo craneoencefálico y tres fracturas en columna, por lo que si lograba sobrevivir el escenario no era nada alentador, ya que era muy probable que quedara cuadripléjico.

Desde el principio los especialistas no nos daban esperanza alguna; debíamos esperar un milagro. Durante 13 días esperamos que Joshua saliera adelante. Finalmente, el 02 de mayo nos confirmaron su muerte. No hay palabras que describan nuestro dolor, hay sentimientos buenos y malos en nuestros días.

Él no regresará, pero sé que si mi sobrino no hubiera ido sentado como copiloto la bolsa de aire no le habría explotado en la cara. Si hubiera viajado en el asiento trasero usando una silla especial para su edad, posiblemente estaría aquí con nosotros.

 

Cuida a los tuyos. Es mejor que un pequeño llore y haga berrinche porque va en su silla, o que exista una leve discusión porque alguno de los padres no está de acuerdo en gastar en un autoasiento, a ponerlos en riesgo. Siempre recuerda que las discusiones, enojos o llantos pasarán, pero viajando seguros, tú aún tendrás a tu hijo, tu sobrino, tu nieto, tu amor más grande junto a ti, y podrás celebrar su vida en lugar de conmemorar su muerte.

  • Laura Padilla, tía de Joshua

 

Texto extraído del libro “Decisiones que cambian el rumbo, el click que salva vidas”

Ilustración de Joshua