por Vidal Pineda

El primer retrato fue el de Catalina. La alcancé en la entrada del rancho Sangre de Cristo mientras esperaba la oportunidad para cruzar la avenida y continuar su ruta hacia el centro de Xoxocotlán, al sur de la ciudad de Oaxaca. Acercarme fue complicado, estaba nervioso. No sabía cómo reaccionaría cuando le pidiera que me dejara tomarle una foto con su bicicleta Zulemar rosa. 


¿Qué le diría? Antes de darle alcance imaginé el encuentro, tenía que buscar la manera de no asustarla y animarla a que me dejara retratarla:

 

Hola, soy V, ¿podría tomarte una foto con tu bici?


No. Contestaría.


Yo insitiría y explicaría.


Estoy haciendo una serie de retratos sobre las personas que usan la bicicleta como medio de transporte, te vi y me animé a acercarme, solo sería una foto. Vives en Xoxo, yo sí. Diría para generar confianza.


¿Para qué? preguntaría, tratando de descubrir la mala intención, oculta detrás del cubreboca, los lentes oscuros y el casco que traigo en la cabeza.


Para hacer un archivo de ciclistas de Oaxaca, de personas que se mueven en bicicleta para ir al trabajo. Como tú.  Respondería viendo el bolso color rosa que cuelga de lado derecho del manubrio…


Pensé que al final podría improvisar un poco y explicarle que me interesaba hacer un registro de todos las personas que por necesidad o por gusto utilizan la bicicleta como un medio de transporte para llegar a sus trabajos, y que siempre están en riesgo por todo lo que les puede ocurrir durante sus trayectos, desde caídas provocadas por baches, hasta accidentes que lamentablemente acaban con sus vidas. 


Cuando alcancé a Catalina repetí todo lo que tenía en la cabeza y me di cuenta de que cada pregunta, respuesta y reacción eran tal cual había imaginado. Aún nervioso, la parte improvisada salió muy bien porque antes de su retrato me contó que todos los días cruza el rancho, las colonias Reforma Agraria y Candiani para llegar a su oficina, en el municipio de Santa Lucía del Camino. Un recorrido de casi 30 minutos. 


También dijo que es peligroso moverse en bicicleta, sobre todo por las malas condiciones de las calles y porque la ciudad no cuenta con la infraestructura necesaria que permita el traslado de los ciclistas de una manera segura. Pero nada de eso detiene a Catalina en su camino. 


Hay que andar con precaución. Dijo cuando le enseñé su foto. Después se despidió y cruzó el puente de la Ex Garita con rumbo a su casa, cerca del centro de Xoxo. 



El 28 de mayo de 2021, el día que conocí a Catalina, nació el proyecto Ciclistas de Oaxaca. Desde esa fecha me acerco a ciclistas, hombres y mujeres, que me encuentro en mi camino a la oficina con la intención de conocerlos; saber quiénes son, a dónde van y por dónde circulan. Al final de una breve conversación, les hago un retrato con sus bicicletas y después la comparto en la cuenta de Instagram @ciclistas_oax, para incitar a una reflexión sobre la importancia de respetar sus vidas mientras transitan por las calles. 


Las ganas que Adriana tenía por aprender a andar en bici influyeron en la creación de este archivo. Sus primeras clases las tomó en el Atrio de San Felipe del Agua, agencia de Oaxaca en la que nos avecindamos por cuatro años hasta el 2020, cuando decidimos dejar la zona norte de la ciudad para mudarnos a Xoxo. 


Sus clases continuaron y poco a poco perdió el miedo y ganó la confianza para no perder el equilibrio y evitar la caída. A ella la motivaban todos los ciclistas que por las tardes llegaban a Xoxo después de cumplir con sus jornadas laborales. La motivaban los ciclistas jardineros, los ciclistas albañiles, los ciclistas libreros, los ciclistas oficinistas, los ciclistas cocineros, los ciclistas abogados y muchos otros ciclistas que todavía vemos por las calles.


Gabi Soto era una de las pocas mujeres ciclistas que veíamos y que inspiraba a Adriana a cuando sentía que la bici no era lo suyo. A Gabi la veía todas las mañanas, montada en su bicicleta, con su casco, guantes, luces y una chamarra verde reflejante que usaba para que pudiera ser vista por los conductores de motocicletas, automóviles, taxis y camiones con los que compartía el Bulevard Gudalupe Hinojosa, mientras regresaba a su casa, en la ciudad de Oaxaca, a 15 minutos de Xoxo. 


Pero el 18 de diciembre de 2020, ni las luces, ni la chamarra fosforescente, ni el casco que traía puesto evitaron que el conductor de un camión de pasajeros de la línea Zaachila Yoo la atropellara durante el amanecer de un viernes y la dejara abandonada en agonía, recostada en el asfalto mientras un grupo de personas la rodeaban para auxiliarla. Nada se logró. La ciclista que motivaba a Adriana murió ese día en la esquina de la casa.


La muerte de Gabi nos pegó, la sentíamos cercana, como si la conociéramos desde hace mucho, pero en realidad no sabíamos nada de ella hasta que sus datos y parte de su vida aparecieron en las páginas de los periódicos que reportaron el accidente: tenía 37 años, hija, hermana, maestra, ciclista. 


Ciclistas de Oaxaca 


En los días posteriores busqué una manera para que Adriana no dejara practicar con la bicicleta, pero ¿cómo hacerlo después de lo ocurrido con Gabi? ¿Cómo decirle que estaría segura? 


Lo que se me ocurrió fue empezar a retratar a los ciclistas que veía y me encontraba en el camino. Pensé que si imprimía sus fotos en formatos grandes y las colocaba en los cruceros de la ciudad, el resto de la ciudadanía podría conocerlos y quizá los motivaría a un cambio de conciencia que fuera empático y respetuosa a la vida de los ciclistas. De esta manera, cuando Adriana estuviera lista para rodar en las calles, quizá los riesgos de andar en bicicleta por Oaxaca hubieran disminuido. 


Pero imprimir fotos en gran formato es costoso, además, conseguir los permisos para colocarlas en los cruceros puede ser un trámite engorroso que no llevaría a nada, por eso decidí que el medio para difundir los retratos sería Instagram. Así nació @ciclistas_oax, como un pretexto para animar a Adriana a subirse a la bici sin temor a que le suceda algo.


Hoy en la cuenta está el retrato de don José, maestro albañil que todos los días recorre más de 20 kilómetros para llegar a la obra en donde trabaja, en el municipio de El Tule. También está el retrato de Benito, el abogado,  de Deya, la veterinaria y emprendedora que acude a sus consultas montada en su bicicleta; de Judith, la paramédica del grupo de biciambulancias Bravo Alpha (@bravo.alpha.39904); Roxana y Omar, bibliotecarios; y muchos otros habitantes de Oaxaca que recorren la ciudad montados en sus bicis. 


Adriana ha perdido el miedo, aprendió a andar en bicicleta en marzo pasado. Como ciclista principiante ha llegado a la presa El Chapulín de Xoxo, al mercado, al cajero, al rancho Sangre de Cristo y la última vez pedaleó hasta las presas de Santo Domingo Tomaltepec, a 20 kilómetros de casa. Aunque se ha caído un par de ocasiones, todavía se motiva con ciclistas que encontramos en las calles, si hay chance nos acercamos, preguntamos quiénes son, qué hacen y a dónde van, al final: un retrato. 


Texto: Vidal Pineda

Fotos: @ciclistas_oax

1.-Catalina.
Oficinista.
Ruta: Santa Lucía del Camino – Xoxocotlán.

2.- Deya.

Veterinaria.

Ruta: Colonia Cinco Señores – Plaza Bella, Oaxaca, México.

3.- Benito.

Abogado.

Ruta: Sta. Cruz Xoxocotlán – Centro, Oaxaca, México.

4.-Pedro.

Mecánico.

Ruta: Barrio de Xochimilco, Oaxaca – Col. Reforma Agraria, Sta. Cruz, Xoxocotlán, Oaxaca,

México.

5.- Fernanda.

Corte y confección.

Ruta: Centro, Oaxaca, México.

6.-Don José.

Maestro albañil.

Ruta: Sta. María el Tule – Sta. Cruz Xoxocotlán, Oaxaca, México.

7.- Metal Punk sobre ruedas.

Oaxaca, México.

8.-Judith.

Paramédica de biciambulancias.

Ruta: Centro, Oaxaca, México.

9.-Misael.

Mantenimiento.

Ruta: Col. Reforma Agraria, Sta. Cruz, Xoxocotlán- Centro, Oaxaca,  México

10.- Ángela.

Promotora de lectura.

Ruta: Colonia 7 Regiones – Centro, Oaxaca, México.