Soy una mujer de 25 años que habita en la periferia de la ciudad, diariamente tránsito del Estado de México a la Ciudad de México, conozco las ciudades que habitó a través del transporte público, de recorridos a pie y de vez en cuando, por los recorridos en auto. Mi formación de historiadora, me ha permitido reconciliarme con muchos de los espacios que concurro, pues me es inevitable reconocer la historicidad de las calles y pensar en la historia de los espacios, sin embargo, esta mirada amigable de la ciudad es reciente y tiene matices por lo que me gustaría compartirles algunas de mis reflexiones alrededor de esta temática.
Previo a comenzar, me gustaría decir que no soy ninguna experta en movilidad, ni en gestión amigable de las ciudades, todo lo que acá reflexionaré viene de mi experiencia al ser peatón entre dos ciudades y tener un cuerpo socializado como femenino.
Para introducirles, me gustaría remontarme a los últimos meses del 2022, mientras mi mamá veía las noticias, un reportaje sobre “los cruces más mortales de la ciudad” enlistaba calles que recorro para llegar a mi trabajo, a casa de mis mejores amigxs y a mi propia casa. Con honestidad, fue la primera vez que me cuestioné los riesgos que vivía al caminar lugares que toda mi vida me habían parecido seguros, me conflictuaba el abordaje de la nota periodística pues parecía normalizar las agresiones que sufrimos al habitar ciudades pensadas para automóviles, recuerdo pensar “Si saben que es peligroso y lo tienen identificado, ¿por qué no se están generando opciones que prioricen la seguridad de lxs ciudadanxs?”, ahí entendí la importancia de reconocer mi ser-peatón en el ejercicio de mi ciudadanía.
En México solo el 22% de las y los mexicanos se mueve en automóvil, mientras que el 75% lo hace en transporte público, a pie o en bicicleta, (Medina et al., 2023) aún con esta realidad, las políticas públicas sobre movilidad urbana, no han tenido en consideración a lxs ciudadanxs, en ellas se han priorizado la “modernidad” y el “progreso”, vistas desde el punto más capitalista, generando múltiples problemáticas para quienes habitamos dentro de ellas y haciendo que solo aquellxs que pueden pagar un auto, tengan acceso a una ciudad de derechos.
El congestionamiento vial, la falta de transporte público de calidad, la mala calidad del espacio público, la carencia de políticas adecuadas para la promoción de la bicicleta, los desarrollos urbanos cada vez más lejanos, las miles de muertes y personas heridas por accidentes automovilísticos y las millones de horas-humanas perdidas en la congestión vial, son consecuencia de políticas públicas poco territorializadas y poco realistas.
En las últimas décadas, las ciudades de México han experimentado un crecimiento acelerado de los automóviles en circulación. Para reducir la congestión las políticas públicas han apostado por avenidas con más carriles, por construir puentes y segundos pisos, y por ampliar la capacidad de los estacionamientos. Sin embargo, más infraestructura para el automóvil no logra resolver este problema. Al contrario, estas costosas inversiones han traído más desigualdad, exclusión y problemas de salud a nuestras ciudades y a nosotrxs lxs peatones.
Algunos datos al respecto:
Y es que la reflexión es amplia y muy compleja, pues en la modernidad nos han vendido el tener un carro como una meta de superación, aunque las condiciones climáticas, de convivencia y de vida se vean afectadas. Es necesario plantearnos un nuevo paradigma sobre el cómo habitar la ciudad, para lograrlo debemos cuestionarnos privilegios,reconocer la diversidad de realidades y apropiarnos de los lugares que no pertenecen (Recordemos que la ciudad es de quienes la caminamos) .La apropiación del espacio, nos obliga a cuidar el lugar. Dicho de otra manera: caminar construye mejores ciudadanos. Pero, dado que el lugar es compartido, la construcción de ciudadanía sólo será exitosa en la medida en la que se involucre a lxs demás a utilizar y cuidar el espacio.
Y aunque debemos reconocer la importancia de nuestros actos individuales en la generación de ciudades que reconozcan al peatón, es una realidad que el mayor impacto debe venir del Estado y de las políticas públicas, estas deben priorizar los intereses de sus ciudadanxs y no de mercados, ni empresarios. Los gobiernos deben incluirnos en la toma de decisiones sobre nuestros espacios, la participación ciudadana mejora la calidad de las decisiones y el apoyo a las mismas.
Para terminar, me gustaría decir que todxs somos, hemxs sido o seremos peatones, nuestro territorio define de maneras inimaginables nuestros cuerpos, es por eso que, la planeación de los espacios públicos debe tener en cuenta las experiencias de quienes habitamos las ciudades, pues somos nosotrxs quienes vivimos las consecuencias o beneficios de estás políticas. Al ser seres inherentemente politizados, el habitar las calles es no solo hermoso sino también un acto de posicionamiento político, les invito a vivir su ser peatón desde la exigencia de lugares que nos permitan desarrollar ciudades alternativas.
Bibliografía
- Ximena Gómez Gutiérrez
Licenciada en Historia por la Universidad Iberoamericana. Práctica el feminismo desde lo comunitario y con una perspectiva de juventudes. Cuenta con experiencia en investigación en temáticas como: derechos humanos, paz, perspectiva juvenil, memoria, historia desde abajo e historia del tiempo presente.
Actualmente se desempeña como Oficial de Investigación y Gestión del Conocimiento en Elige Red de Jóvenes por los Derechos Sexuales y Reproductivos A.C. dónde ha desarrollado investigaciones sobre gestión menstruación digna y reportes sombra de los cumplimientos del estado en torno a derechos sexuales y reproductivos. Su activismo apuesta por la desacademización de la información, así como por generar desde lo colectivo una apuesta que priorice los conocimientos de la comunidad y de los cuerpos que habitan diversos combates y resistencias.