por Sergio Andrade Ochoa

¿Cómo es que un químico terminó dedicándose a temas de urbanismo? – me cuestionan seguido. Resulta curioso es que los mismos que citan constantemente a Jane Jacobs, son quienes con extrañeza ven a los profesionales de la salud que abordan y trabajan en temas de ciudad.

Mi formación académica se ha centrado en el diseño y descubrimiento de entes farmacológicas para restablecer la salud pérdida, pero el activismo y acciones de voluntariado me puso el lente en la ciudad y la prevención de la enfermedad atendiendo lo urbano. ¿De qué sirve diseñar el mejor fármaco contra el cáncer de pulmón si nuestras ciudades favorecen la emisión de contaminantes cancerígenos? ¿Qué motiva el diseño de nuevos agentes antiparasitarios si es una población específica, desatendida y minorizada la que no puede acceder a servicios urbanos tan básicos como la pavimentación y que finalmente las hacen propensas a padecer una infección?

En principio, la invitación a escribir esta entrada al blog era para contar cómo terminó un químico bacteriólogo parasitólogo trabajando en temas de urbanismo. Agradecido por este espacio, quisiera combinar el primer tópico cuestionando el papel de la ciudad en la salud de quienes la habitan.

La relación entre la salud pública y la ciudad no parece ser tan aparente en un primer vistazo, pero está ahí y es bastante estrecha. El estudio de esta relación entre la salud pública y el urbanismo ahora lo conocemos como salud urbana, un campo multidisciplinario que incluye la epidemiología, la planificación urbana, la psicología, la política pública, la arquitectura y la ingeniería ambiental, entre otros.

Las ciudades tienen un impacto significativo en la salud de las personas. Por ejemplo, es el diseño de la ciudad el que promueve las muertes y lesiones graves por siniestros viales, también motiva la exposición a la contaminación del aire que aumenta el riesgo de enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer. Además, el ambiente obesogénico y la falta de espacios para la recreación y el deporte seguros contribuye a la obesidad y otras enfermedades crónicas.

La salud urbana también se preocupa por las disparidades en la salud entre diferentes grupos o regiones dentro de la ciudad. Por ejemplo, las personas pueden tener disparidades en salud a causa del lugar en donde viven: vivienda aledañas a un periférico vial puede exponer a mayor ruido y contaminantes aéreos, una colonia construida en suelo con altas concentraciones de plomo puede destinar a sus pobladores a tener problemas neurológicos, los habitantes de las periferias pueden estar expuestos a enfermedades transmitidas por vectores o, simplemente por el diseño y ubicación de los bienes o servicios, algunas poblaciones pueden tener menos acceso a servicios de atención médica de calidad.

Para abordar estos desafíos, los profesionales de la salud urbana trabajan para visibilizar y evaluar la relación entre el entorno urbano y la salud de sus pobladores con el fin de impulsar políticas públicas basadas en evidencia científica que puedan mitigar los problemas de salud pública. Así que si, el estudio de la ciudad necesita profesionales de la salud que encuentren las causalidades entre el diseño urbano y la salubridad y logren entretejer estas relaciones que han estado invisibilizadas por décadas. 

 

Esta visión cambia todas las reglas del juego, estamos hablando de que las y los urbanistas deberían ser considerados profesionales de la salud, porque en el diseño de la ciudad se salvan o se condenan vidas. Entender la ciudad desde el radar de la salud pública es urgente porque el futuro de la humanidad está en las ciudades.

Sergio Andrade Ochoa (@rat_inside) es andante y ciclista urbano con más de 15 años en actividades de voluntariado y activismo.

Investigador en temas relacionados con salud urbana y química medicinal.

Fue Embajador de la Hora del Planeta (2008-2014), Coordinador de Salud Pública en Liga Peatonal (2016-2021) y actualmente es Líder de Proyecto de Estrategia Misión Cero. Tauro, su color favorito es una mezcla entre el verde y el azul en una longitud de onda de 525 nm, adicto al café, intolerante a la lactosa.