por Esther Soto

Cuando existe una pérdida reciente por un hecho de tránsito, ya sea de un familiar o de un amigo querido, la silla vacía en la mesa durante estas fiestas, puede intensificar la pena y hacer que nos enfrentemos con un cóctel de emociones complicado de digerir. 

El duelo puede ser especialmente duro cuando a nuestro alrededor hay una sensación de alegría colectiva y de celebración, unido esto a la presión y la sensación de aislamiento que a veces se experimenta por intentar estar “bien” y no amargarle la fiesta a nadie.

El problema es, sobre todo, que las fiestas son una expresión de alegría pública, muy distintas de otros hitos difíciles del calendario como pueden ser cumpleaños o aniversarios. Estos últimos pueden sobrellevarse de una forma más privada, mientras que la Navidad exige reuniones y nos persigue allá donde vayamos −durante semanas−, con sus decoraciones, sus luces de colores y los villancicos sonando en la radio en cualquier momento.

La Navidad y el año que comienza son un momento en que los recuerdos y las emociones están presentes, resulta complicado combinar la alegría, con el sentimiento de ausencia, los por qués y los cómo, la añoranza; es un tiempo en el que parece que retrocedes todo lo que has ido avanzado en tu proceso de duelo, que estás dando pasos atrás. Es una fiesta muy celebrada en nuestra cultura, y muchas de las personas que están en duelo experimentamos una sensación de “bajón”, ya que algunas de las emociones que estaban bajo control en otros momentos del año en estas fechas vuelven a estar presentes con más intensidad. 

Puede que notemos especialmente la ausencia recordando los rituales que compartimos con la persona que hemos perdido, o los platillos que esa persona cocinaba o disfrutaba, las bromas que nos hacía o los regalos que intercambiábamos. Sean cuales sean nuestros recuerdos, en estas fiestas tenemos muchos números para pasarlo peor si todavía estamos en las etapas iniciales del duelo.

No existe una forma correcta o incorrecta de lidiar con las ausencias significativas en estas fechas, a mi por ejemplo, me han recomendado, entre otras cosas, empezar por permitirme sentir lo que siento. El duelo es una respuesta normal ante la pérdida de un ser querido, y no debemos marcarnos unos tiempos límites para aprender a vivir con ella ni tampoco presionarnos para festejar si no estamos preparados para ello.

Algunas personas, quizás evitan hablar de sus seres queridos fallecidos creyendo que si lo hacen sufrirán más… No hay una manera correcta de lidiar con las ausencias, sobre todo en cumpleaños o en estas fiestas; creo que debemos permitirnos sentir.

Esto quiere decir explicar nuestro sentir a las personas con las que vayamos a celebrar y ver qué cosas se pueden gestionar de otra manera para que la fiesta pueda ser celebrada evitando algún aspecto que nos pueda producir mucho dolor. Una frase que me dijeron cuando pasé la primera navidad sin mi padre y mi hermana fue “podemos construir una nueva Navidad”, al principio no me interesó, pero ahora creo que la idea no es del todo mala. 

¿Y hay algo que podamos hacer para acompañar mejor a una persona cercana que esté en mitad de este proceso? Debemos ser muy comprensivos y conscientes del dolor que esta persona puede llegar a sentir. Puede que no reaccione como siempre, que se muestre más indecisa, con menos energía, o puede tener las emociones a flor de piel. Lo mejor que los familiares y amigos pueden hacer es acompañarla, aceptarla y entender cómo se está sintiendo, sin prisas.

Pues el recuerdo, el dolor, la sensación de nostalgia y de ausencia duran mucho tiempo, no es algo que pase en dos o tres meses, porque muchas veces las personas en duelo necesitamos volver a hablar de aquella pérdida y sentir que a nuestros amigos no se les hace extraño. A veces pasa que los amigos te llaman para salir una vez, tú no puedes porque estás cansado, luego te vuelven a llamar y tampoco tienes ganas… Al final puede suceder que algunos dejen de llamarte. Pero a la persona en duelo no hay que dejarla de acompañar. El duelo es un proceso largo, no pasa en tres semanas o en un mes, y para ello, la paciencia y la comprensión son muy importantes..

Una recomendación es apoyarte en los tuyos y no hacer más que aquello que te sientas capaz de hacer. Con cariño, compartir esos momentos con los que te rodean. En la medida en que lo expreses con confianza, los tuyos intentarán ayudarte.

 

Espero que estas fiestas, sean en medida de lo posible agradables, que estés en compañía de personas que te quieren y entienden tu dolor, y deseo de corazón, que este 2023 que estamos por comenzar, sea un año que traiga momentos de alegría, de calma y sobretodo de resiliencia.

-Esther Soto